Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Fin del conflicto policial abre paso a la reflexión

Fin del conflicto policial abre paso a la reflexión

Decisiones.

Los conflictos se repetirán hasta adoptar decisiones a partir del estudio de su misión de poder, de la formación técnica y profesional y de que trabaje bajo planes y normas.

Tras la firma del convenio entre el Gobierno y representantes de los policías que mantuvieron una extrema protesta durante casi una semana con acciones violentas, se cierra una página más de la crisis institucional que aqueja a la institución policial.

El documento que puso fin al motín policial incluye diez puntos, entre los cuales el más neurálgico fue el salarial y que finalmente fue transado en un incremento de 100 bolivianos al salario básico que sumado a víveres alcanza a 2.175 (22 por ciento ) con carácter retroactivo a enero. Entre otros puntos, la creación del Defensor del Policía, el estudio para la jubilación con el 100 por ciento del salario, la suspensión de la Ley 101 considerada por los policías injusta porque se los procesaba con una condena anticipada que los suspendía sin goce de salarios. Y un aspecto importante es el compromiso de que ni autoridades policiales ni del Ejecutivo podrán acusar en la vía penal o administrativa a los policías movilizados durante las jornadas de protesta.

Lo acontecido estos días debe motivar reflexiones, unas desde el Gobierno y otras desde la misma institución y de la sociedad en general. Los motines policiales se han sucedido durante los últimos años todos motivados por asuntos salariales y mejores condiciones de vida. Muy pocas personas han dudado durante estos días sobre las motivaciones justas del reclamo policial y es a partir de este sentimiento ciudadano que deberían plantearse algunas consideraciones para iniciar el camino de la reorganización policial con miras a crear una Policía moderna, dotada de todos los pertrechos necesarios para el cumplimiento de su misión y que institucionalmente responda a los requerimientos del Estado y de la gente.

Se ha dicho que solucionado el problema salarial y de otros pedidos de los policías durante este reciente conflicto, el problema de la Policía no será superado. Y es cierto, los conflictos se repetirán hasta que no se adopten decisiones estructurales a partir del estudio de su misión de poder, de sus funciones, de las normas que deben regirla, de la formación técnica y profesional y de la perentoria necesidad de que la institución trabaje no sólo bajo un régimen vertical sino que obedezca o actúe bajo planes concebidos tanto en materia de seguridad ciudadana cuanto en la prevención de conflictos, de tal manera que paulatinamente se vaya superando la improvisación que deja abierta la puerta para los grandes males que tiene la institución, como la corrupción, la injerencia política y los círculos de poder económico que subsisten como males endémicos.

Una institución encargada del orden público interno, la prevención y la eliminación de factores que perturban la tranquilidad, la seguridad, la moral pública y otros aspectos, no puede estar sujeta a circunstancias que por factores salariales y de otra índole, la dejen expuesta al conflicto interno. La Policía es un poder y es el poder que le otorga el Estado para limitar los derechos y las libertades individuales en beneficio de la comunidad, es decir del bien común y tiene que estar regulada por la ley y por normas claras, pero también por condiciones adecuadas para el ejercicio de una misión en la cual no puede fracasar porque si lo hace fracasa también el Estado.

Luego de esta nueva y delicada crisis, más allá de las denuncias sobre golpes de Estado y de componentes políticos es hora de trabajar por una institución fundamental, tan ligada a la vida de las personas.