Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 20:44

Instrucción y educación

Instrucción y educación

La educación es la más desatendida en nuestro país. Muchos la quieren reformar, pero fracasan en su intento. En la mayoría de las unidades educativas ya no motivan el desarrollo integral de los seres humanos, están felices con la repetición de datos. Es raro ver la construcción de habilidades para responder adecuadamente a los desafíos de la vida, vivimos anclados en el pasado, añorando cosas que desconocemos. Enfatizamos en la instrucción enciclopédica de preguntas y respuestas antes que a la creatividad. Damos más cobertura a los actos deportivos que a las competencias intelectuales.

Los docentes y las autoridades no respondieron a la clase de boliviano que se quiere obtener con la enseñanza escolarizada, lo único que cuenta es cumplir con los doscientos días de aula, cuantificando el contenido temático del espectro curricular. El alumnado crece en ambientes incoherentes entre lo que se dice y lo que se hace. Los docentes generalmente divagan sobre las teorías educativas y los deseos que jamás se cumplirán. Las reformas educativas van y vienen, aún no aprendimos a quedarnos con lo bueno y desechar lo arcaico. Parece que es más cómodo vivir en el sopor de la repetición mecánica y memorística de contenidos que son buenos ejercicios memorísticos pero inaplicables a nuestra realidad. Nos enseñan a “demandar” y “exigir” pero no a solucionar nuestros problemas individuales o colectivos. Los valores que se transmiten casi en su totalidad son sacados de medios visuales sin despertar la conciencia crítica en los educandos.

Es ya tiempo de tener una verdadera revolución educativa que transforme nuestra manera de ser, logrando que el pensamiento boliviano esté de acuerdo con los avances universales, logrando que los aprendizajes se plasmen en hechos de superación, incentivando a la investigación, la búsqueda de la verdad y otros. Tenemos que recuperar el valor de la palabra para que nuestras diferencias sean consensuadas mediante el diálogo y no así por medio de la imposición “de las mayorías”. La educación comienza en el vientre de la madre y nunca termina. No está supeditada a los cambios estacionales para no llamar al descanso pedagógico “vacación de invierno” o al cambio superficial, una reforma. Hasta el momento los pocos cambios en la educación partieron de las autoridades nacionales sin la participación de los sujetos de la educación: los alumnos y sus progenitores, estamos dedicados a la forma por lo que el control social en la educación es un soberano saludo al viento.

Somos responsables de la educación, aprendamos a ser coherentes, que nuestro hablar refleje nuestro pensamiento y ambos nos lleven a accionar en busca del bienestar de todos.