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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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EL 50 POR CIENTO HABITA EN VIVIENDAS INADECUADAS Y NO DISPONE DE SERVICIOS BÁSICOS, SEGÚN UN ESTUDIO REALIZADO POR EL PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS

Población afroboliviana vive en condiciones de pobreza y hacinamiento

Población afroboliviana vive en condiciones de pobreza y hacinamiento



Las condiciones de vida de la población afroboliviana, que se concentra sobre todo en la región de los Yungas de La Paz, son en extremo precarias, revela un estudio realizado por el Programa Mundial de Alimentos que depende de las Naciones Unidas.

El estudio señala que la estructura familiar afrodescendiente presenta una media de 3,6 personas por hogar, en comparación con la información de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Endsa) del año 2008 que para el área rural boliviana establecía cuatro personas por hogar, en promedio.

La mitad de los hogares afrodescendientes de los Yungas vive en viviendas precarias, teniendo en cuenta los materiales de la construcción y no dispone de servicios básicos.

Otro factor de precariedad es el hacinamiento en el que viven cuatro de cada diez hogares, que se manifiesta en la convivencia de tres personas en un mismo dormitorio.

A ello, dice el estudio del Programa Mundial de Alimentos, se suma el mayor riesgo de contraer enfermedades diarreicas agudas, que afectan principalmente a los grupos de mayor vulnerabilidad, entre ellos los niños y las niñas, debido a que 46,5 por ciento de los hogares se abastece de agua de vertientes, ríos, pozos o norias.

Esta secuencia de carencias determina, a su vez, un menor uso biológico de los alimentos por parte de las familias estudiadas, señala el informe.

En cuanto al consumo de los alimentos en la población estudiada, está condicionado íntimamente por sus reducidos ingresos y por su limitada capacidad de compra, así  por los bajos niveles de acceso y de disponibilidad de los alimentos, en asociación estrecha con la restringida tenencia de la tierra, el alto grado de riesgos en cuanto a salud y a seguridad, principalmente, y a la deficiente capacidad para establecer estrategias de respuesta ante esos riesgos.

Para el 30 por ciento de esos hogares, la alimentación no cubre el mínimo de 90 por ciento de la energía requerida.

Además, se agrega, el 12 por ciento de ellos presenta inseguridad alimentaria severa. “Esos hogares también son deficitarios en macronutrientes, como proteínas, carbohidratos y grasa y en micronutrientes como hierro, calcio y vitamina A, que son consumidos en cantidades muy reducidas”.

Además, se advierte que la falta de diversidad en el consumo de alimentos de los hogares afrodescendientes determina un déficit considerable en cuanto a los nutrientes necesarios para que el organismo cumpla diversas funciones.

“En la generalidad de esos hogares, la ingesta altamente crítica de micronutrientes corresponde a la de calcio y de hierro. Considerando que el calcio es fundamental para el crecimiento de los niños y de las niñas, así como para las mujeres gestantes y que dan de lactar, se obtuvo que nueve de cada 10 hogares presenta un déficit severo de ese micronutriente, lo que significa que es menos del 70 por ciento del mínimo recomendado”.

Respecto al hierro, éste procede principalmente de fuentes vegetales, cuya biodisponibilidad es menor que la del hierro de fuente animal. “En consecuencia, la población afrodescendiente está expuesta a un riesgo más alto de presentar anemia, principalmente en los grupos de mayor vulnerabilidad”.

ESTUDIOS En términos educativos, el promedio de años de estudio entre los jefes y las jefas de los hogares afrodescendientes es de 5,8 años. De ese grupo poblacional, ocho de cada 10 jefes y jefas de hogar afirmaron que saben leer y escribir. El 91 por ciento de los hombres afirma que lee y escribe frente a 67 por ciento de las mujeres que afirma que lee y escribe.

Los jefes y jefas de los hogares afrodescendientes culminaron 5,8 años de estudio, en promedio, ubicándose en el primer nivel educativo: la primaria. El 83 por ciento de los jefes y de las jefas de hogar sabe leer y escribir. Cuando se diferencia por sexto, los jefes de hogar hombres aventajan a las mujeres en 24 puntos porcentuales.

Para siete de cada 10 afrodescendientes, el nivel de estudio alcanzado es el primario. En cuanto a la formación superior, ésta sólo congrega a menos de 3 por ciento de los afrobolivianos. Considerando que las personas responsables del cuidado de los niños y de las niñas son las madres, resulta importante destacar que el nivel educativo alcanzado por ellas es, en promedio, sólo de siete años de estudio.

La población afroboliviana es predominantemente migrante. El 73 por ciento de los afrodescendientes dejó temporalmente su hogar para ir en busca de sus familiares, posiblemente migrantes antiguos y para comercializar su producción agrícola o ganadera.

El 51 por ciento de los hogares afrodescendientes usa gas y el 48 por ciento se vale de leña.

Apuntes.

Yungas

La población afroboliviana está asentada especialmente en las poblaciones yungueñas de Caranavi, Coroico, Coripata, Irupana, Chulumani y Yanacachi.

Población

El censo de población del año 2001 señaló que la población afroboliviana, ese año, estaba constituida por 30.722 personas.

Recursos económicos

La economía de la población afroboliviana está basada en la agricultura, con cultivos de coca, café, plátano, frutas cítricas y de caña de azúcar, entre otros.

Hacinamiento

Según el estudio del Programa Mundial de Alimentos el hacinamiento en el que viven cuatro de cada diez hogares se manifiesta en la convivencia de tres personas en un mismo dormitorio.

Enfermedades

Los niños y niñas tienen mayor riesgo de contraer enfermedades diarreicas agudas porque no toman agua potable.

Migran a los centros urbanos

Los afrodescendientes que viven en el país se caracterizan por un alto índice de migración hacia centros urbanos, según un reciente estudio de un organismo de Naciones Unidas.

“La mayoría de los afrobolivianos y afrobolivianas de diferentes edades migraron a diferentes centros urbanos, particularmente ciudades de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, en busca de mejores oportunidades y condiciones de vida, de trabajo y de educación”, dice el estudio.

Señala que las familias que se quedaron en sus comunidades conservan una fuerte raíz cultural heredada de sus ancestros africanos.

“Una de sus expresiones culturales es la saya, danza originaria en la que por medio de coplas rimadas, al ritmo africano de los tambores, plasman sus inquietudes sociales, sus alegrías, sus penas y sus críticas”.

Agrega que en cada comunidad existen grupos de saya que asisten a eventos culturales, hecho que les reporta ingresos económicos para sus hogares, dado que su economía está basada en la agricultura, con cultivos de coca, de café, de plátano, de frutas cítricas y de caña de azúcar.

Su economía se basa en la agricultura y especialmente en el cultivo de la coca

Más del 80 por ciento de las tierras en manos de afrodescendientes de la zona de los Yungas de La Paz se dedica a la agricultura. El cultivo de la coca es el más importante y significa el 75 por ciento del total de los ingresos de los hogares de la región, según el estudio del Programa Mundial de Alimentos.

En términos productivos se encontró una alta concentración en la hoja de coca seca que alcanza un porcentaje bastante más elevado que el resto de los productos que son considerados tradicionales de la zona.

“Sin embargo, en función de la información adicional recabada por medio de conversaciones informales con los pobladores y con los dirigentes del lugar, se percibió un subregistro, por la omisión de los entrevistados, en el comportamiento de la hoja de coca. Por tanto se estima que la producción de hoja de coca podría ser mucho mayor que la declarada.

Tomando en cuenta la distribución de los cultivos de los hogares estudiados, se obtuvo que alrededor de 60 por ciento de las tierras se destina a la producción de la hoja de coca. “Este dato es relevante si se considera que el valor modal de tenencia de tierra de una hectárea por familia y que normalmente cien por ciento está en cultivo”.

El estudio señala que los principales cultivos de los hogares afrodescendientes están constituidos en un 28,3 por ciento de coca seca, 10,4 por ciento de yuca, 10,3 por ciento de plátano para cocinar, 8,9 por ciento de naranja, 8,4 por ciento de café, 7,1 por ciento de hualuza, 6,6 por ciento de mandarina, 5,8 por ciento de choclo y 5,7 por ciento de plátano.

“Los jefes y las jefas de hogar son los generadores de la principal fuente de ingresos económicos. En cuatro de cada diez hogares, el total de los miembros participa en la generación de ingresos. La principal actividad generadora de ingresos es la venta de coca.

La distribución porcentual mostró que esa actividad concentra a 75,3 por ciento de los hogares encuestados y responde a una estrategia generalizada en la zona de los Yungas, por lo que no es exclusiva de los hogares encuestados”.

Gran parte de los hogares afrodescendientes afirma tener la propiedad de la tierra que trabaja. En términos de superficie, esos hogares cuentan con un promedio de extensión de tierra de 1,7 hectáreas.

El cultivo de la coca mejora sus ingresos

Los hogares de afrodescendientes que viven en los Yungas, y que incluyen entre sus labores e ingresos la producción de coca, tienen mejores condiciones de vida que otros que no han incluido ese cultivo entre sus estrategias de sobrevivencia, revela un estudio realizado por el Programa Mundial de Alimentos, de las Naciones Unidas.

Se explica que los hogares donde el consumo de proteínas y otros alimentos es elevado, se cuenta con una economía sólida y “gran parte de esas familias tiene como actividad principal la producción de coca, que representa alrededor de 70 por ciento de sus ingresos y genera un ingreso per cápita promedio de 2,5 dólares americanos por día, los hogares normales o excedentarios en su consumo de alimentos disponen de una mayor extensión de tierra propia y en cultivo”.

Esa situación les permite, agrega el estudio, obtener un ingreso per cápita de 2,7 dólares americanos por día, en comparación con los hogares deficitarios cuyo ingreso per cápita es de 2,2 dólares americanos por día.

“Para alimentarse, ambos tipos de hogares dependen primordialmente de la compra de sus alimentos. Sin embargo, entre ellos existe una leve diferencia: los hogares menos vulnerables a la inseguridad alimentaria, normales o excedentarios, superan a los hogares deficitarios en la tenencia de animales y en la producción de alimentos, pero gran parte de su producción es comercializada y, en menor escala, está destinada al autoconsumo”.

OTROS INGRESOS Entre las actividades menos importantes, aunque también influyen ampliamente en su economía, los hogares menos vulnerables a la inseguridad alimentaria se dedican a negocios por cuenta propia, que los conduce hacia una economía informal, como venta de comida callejera, la fundición de metales y la carpintería, entre otras fuentes de ingresos.

El estudio señala que también se dedican con mayor fuerza a la venta de sus productos y, son menos dependientes del trabajo asalariado.

En contraposición, los hogares deficitarios en el consumo de alimentos dependen en mayor medida del salario y en menor escala de las remesas y la jubilación, hecho que los hace más vulnerables en general.

“De modo evidente, con una menor disponibilidad de producción agropecuaria, basan su alimentación en la compra de alimentos y utilizan como estrategia la compra de alimentos más baratos, que no siempre son frescos y variados, situación que los conduce a un consumo alimentario menos diverso, con deficiencias nutricionales importantes.

Los hogares definidos como deficitarios no pueden resolver las necesidades de nutrición de su familia debido a su bajo nivel educativo, la participación de los miembros del hogar en actividades poco rentables, sus malas condiciones de saneamiento básico y de vivienda, su limitado acceso a servicios básicos, entre ellos agua potable.

“Esto los conduce continuamente a un mayor riesgo a la inseguridad alimentaria, situación que afecta más a las niñas y a los niños, por estar expuestos de manera permanente a las enfermedades infecciosas y a la desnutrición”.

El estudio agrega que se debe considerar que esos factores no sólo inciden negativamente en su salud sino que afectan en la productividad laboral y en el crecimiento económico de la zona.

“Es importante considerar que la cadena de factores complejos descritos impacta de modo directo en uno de los grupos de mayor vulnerabilidad: los niños y las niñas menores de 5 años.