Un Corso algo diferente
27 de febrero de 2012 (21:05 h.)
La Entrada del Corso siguió la misma ruta, comenzó con notoria demora, las graderías se vendieron con sobreprecio, el orden de ingreso también se repitió, primero las comparsas y después las fraternidades con los innumerables caporales. En todo eso, desaparecieron o por lo menos se minimizaron hasta pasar desapercibidas la ridiculización de las mujeres, el uso de plumas de aves y la sátira política, salvo una comparsa de defensa del TIPNIS.
Las caravanas de conscriptos que en años anteriores se empeñaban en burlarse lo más posible de las mujeres, con sus vestimentas y actitudes, este año prefirieron elegir personajes de películas o juegos de computadora para caracterizar sus disfraces y coreografías. Ese cambio está impulsado seguramente por Ley Contra el Racismo y la Discriminación que rige en el país desde octubre 2010, de amplio alcance y con duras sanciones.
Sobre la prohibición del uso de la plumas de aves, que nadie puede discutir o rebatir, las autoridades anunciaron la instalación de varios puntos de control que, seguramente, dieron su resultado, con la advertencia de aplicar decomisos y multas a los infractores de esta norma medioambiental que rige desde hace varios años, también en otras entradas como la de Oruro y La Paz.
Lo otro, la desaparición de la ironía o mofa política, puede estar más relacionado con el temor a las sanciones que conlleva el delito de desacato, que se encuentra especificado en el Código Penal de Bolivia desde el año 2003 y castiga la difamación o injuria a autoridades o funcionarios públicos, norma que cobró mayor vigencia en los últimos años. Seguramente los protagonistas del Corso, no dejaron de considerar los alcances de esta norma o simplemente prefirieron no causar más polémica en una situación política tan polarizada, como la que hay en el país.
Las comparsas y fraternidades se van adecuando a estas nuevas normas o disposiciones generales. Con todo, el Corso volvió a brillar por la picardía y creatividad de los conscriptos y premilitares, por el lujo y colorido de los integrantes de todas las agrupaciones y la imponente y espectacular participación de las bandas de música, con la infaltable nota negativa del excesivo consumo de alcohol.
Las caravanas de conscriptos que en años anteriores se empeñaban en burlarse lo más posible de las mujeres, con sus vestimentas y actitudes, este año prefirieron elegir personajes de películas o juegos de computadora para caracterizar sus disfraces y coreografías. Ese cambio está impulsado seguramente por Ley Contra el Racismo y la Discriminación que rige en el país desde octubre 2010, de amplio alcance y con duras sanciones.
Sobre la prohibición del uso de la plumas de aves, que nadie puede discutir o rebatir, las autoridades anunciaron la instalación de varios puntos de control que, seguramente, dieron su resultado, con la advertencia de aplicar decomisos y multas a los infractores de esta norma medioambiental que rige desde hace varios años, también en otras entradas como la de Oruro y La Paz.
Lo otro, la desaparición de la ironía o mofa política, puede estar más relacionado con el temor a las sanciones que conlleva el delito de desacato, que se encuentra especificado en el Código Penal de Bolivia desde el año 2003 y castiga la difamación o injuria a autoridades o funcionarios públicos, norma que cobró mayor vigencia en los últimos años. Seguramente los protagonistas del Corso, no dejaron de considerar los alcances de esta norma o simplemente prefirieron no causar más polémica en una situación política tan polarizada, como la que hay en el país.
Las comparsas y fraternidades se van adecuando a estas nuevas normas o disposiciones generales. Con todo, el Corso volvió a brillar por la picardía y creatividad de los conscriptos y premilitares, por el lujo y colorido de los integrantes de todas las agrupaciones y la imponente y espectacular participación de las bandas de música, con la infaltable nota negativa del excesivo consumo de alcohol.