Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

EL PÚBLICO ACOMPAÑÓ CON ALEGRÍA EL BAILE DE CADA FRATERNIDAD. UN GRUPO DE TURISTAS JAPONESES DESTACÓ EN EL PALCO OFICIAL POR SU ENTUSIASMO

Oruro seduce y deslumbra al mundo con su carnaval

Oruro seduce y deslumbra al mundo con su carnaval

Imposible quedar indiferente ante el brío y la euforia que lleva consigo el Carnaval. En las venas palpitaba esa pasión innata por el folklore boliviano, en una jornada intensa y de verdadera transgresión de lo cotidiano. Este año, Oruro vislumbró con fuerza, lujo y ostentación.

Fueron 46 fraternidades las que ingresaron con brillo propio y gran acogida por parte de unos 300 mil concurrentes a esta cita tradicional -según el ministro de Culturas Pablo Groux-, que inició de forma puntual a las 7:00.

La diablada, sin duda, fue el símbolo del Carnaval. Los diablos imponentes en su vestir y las chinas supay ágiles con las pañoletas de colores, provocaron bailar y aplaudir a los espectadores.

La diablada Ferroviaria, como es ya costumbre, al llegar la noche se lució con sus tradicionales máscaras que echan fuego por los cuernos y que llevan pequeñas luces de colores en los contornos.

La infaltable morenada se lució con su galantería. Las “cholas morenas” de los Cocanis, con una manta colgada en el brazo, uniformaron su elegante andar durante todo el trayecto; mientras las chinas resplandecieron con su maquillaje de fantasía.

La llamerada de la universidad Mayor de San Andrés animó haciendo girar la boleadora. Fernando Cajías, historiador paceño, encabezó la tradicional fraternidad de los llameros con entusiasmo y gran carisma, robándose la atención del palco.

Sobraron coquetas sonrisas en todo el recorrido. Las bailarinas correspondieron al público que en ningún instante cesó de acompañar el ritmo con aplausos y silbidos.

Petardos y humos de colores fueron parte del escenario durante el trayecto de casi tres kilómetros por las calles de Oruro, todas repletas de propios y extranjeros.

Los músicos de las bandas, siempre uniformados y fogosos, no quedaron exentos de las coreografías. Hombres y mujeres destacaron en su ingreso con bailes originales al ritmo del bombo, los platillos y las trompetas.

Los osos fueron los personajes más aclamados y llamativos. Vestidos con sus pesados trajes peludos, se acercaban a las graderías para animar al público.