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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Extraña inutilización del ahorro interno

Extraña inutilización del ahorro interno

Uno de los inventos más útiles de la humanidad es el dinero. Sin tal mecanismo de intercambio sería imposible el comercio que actualmente constituye una parte importante de las actividades humanas. No sólo eso, los procesos productivos, en general, no podrían adquirir los factores que necesitan ni colocar en el mercado los bienes y servicios que resultan de sus acciones transformadoras, sin ese medio articulador imprescindible.
Como se sabe las principales funciones del dinero son: a) Mecanismo de intercambio universal, es decir, que sirve para comprar y vender, absolutamente todo. El dinero, en esta función, adquiere diversas formas, por ejemplo, los cheques, pagarés e incluso las tarjetas de crédito. b) Como medio de ahorro, se puede acumular y conservar indefinidamente. c) Es el instrumento a través del cual se conserva el valor de lo que produce la gente. d) Los factores productivos: trabajo y recursos naturales, sin capital, no podrían lograr las transformaciones maravillosas que se acrecientan con el desarrollo admirable de la ciencia y de la tecnología.
En la dinámica del mercado, el dinero, obviamente, tiene valor de cambio, también se puede comprar y vender con otras monedas, ese valor depende del respaldo que los emisores le dan. Contemporáneamente, los únicos que pueden emitir moneda son los Estados. Todos los países tienen su propia moneda que circula en ámbito de sus respectivos territorios. Algunas como el dólar, el euro, el yen, el marco tienen validez internacional.
Actualmente, aquí en nuestro país, hay dos características que deben ser comprendidas con la mayor veracidad posible, en primer lugar, la cantidad inusitada y después los intereses, es decir, el valor del dinero como consecuencia del ahorro en las instituciones de intermediación financiera. Según historiadores dignos de confianza, nunca en los últimos años, Bolivia ha tenido tanto dinero como ahora, obviamente, nos referimos a una moneda estable con valor equivalente a los niveles razonables de una economía sólida (en períodos inflacionarios hay mucha moneda con poco o ningún valor). Semejante cantidad, considerando la capacidad productiva real del país, todavía no ha sido explicada convincentemente. Tal monto de dinero, es decir, extraña dimensión financiera, ha mejorado la capacidad de compra de la gente, ahora en el mercado adquiere bienes y servicios de todo tipo. Es verdad que la movilidad social que se acrecienta desde 1952 significa millones de personas incorporadas a la bursatilidad financiera desde diferentes sectores de actividad.
Ninguna cantidad de dinero justifica la inmensa diferencia que hay entre lo que pagan y lo que cobran los bancos por el dinero que comercializan. Después de una cuidadosa investigación, fácilmente comprobable, se evidencia que los intereses pasivos, es decir, lo que reciben los ahorristas es del cero veinte por ciento  (O,20 por ciento ) y lo que cobran, interés activo, en el mejor de los casos, es del ocho por ciento (8 por ciento ), es decir, cuarenta veces más. Esta brecha, ciertamente grande, tiene, entre otros, los siguientes efectos económico sociales.
1.- Desincentiva el ahorro, la gente aun sin formación económica avanzada se da cuenta que su trabajo y quizá sus privaciones no merecen reconocimiento equivalente. El ahorro, en Bolivia, no es el excedente lógico entre ingresos y egresos, sino fruto de las privaciones y esfuerzos que la gente realiza para tener un cierto margen de seguridad. El interés que están pagando los intermediarios financieros ni siquiera cubre una parte de la inflación anual (algo más del 5 por ciento ).
2.- Ante un trato tan desequilibrado e injusto, la gente prefiere gastar su dinero en lo que le permite la oferta. Cuando la cantidad es más o menos considerable se dedica al comercio, casi siempre informal o a la compra de inmuebles medios o pequeños. Lo que actualmente sucede en estos dos sectores, en gran medida, es consecuencia del trato que los intermediarios financieros están dando al pequeño ahorrista. Cuando las sumas son pequeñas su uso acrecienta la demanda de bienes no duraderos. Ante la incertidumbre de su ahorro gasta en lo primero que encuentra.
El gasto del ahorro en bienes de consumo inmediato prescindibles despotencia, obviamente, a las personas afectadas y en dimensión mayor al país. Los ahorristas deben tener opciones para utilizar su dinero, creando más riqueza y consecuentemente oportunidades de trabajo.
3.- La función esencial de los bancos es no sólo captar recursos para prestarlos a los que ofrecen mayor interés y mejor garantía, sino y sobre todo trasladar el dinero a los sectores productivos. Los países industrializados han logrado niveles espectables de crecimiento por la articulación armoniosa y eficiente que han logrado entre el dinero, la tecnología y el trabajo productivo. Claro que la planificación del desarrollo, señalando objetivos factibles de validez universal, así como la combinación eficiente y disciplinada de factores, corresponde al Gobierno.
4.- Las generalizaciones son incorrectas, hay bancos ejemplares que cumplen un papel insustituible en el desarrollo nacional. Lo que ahora yo deseo es promover una reflexión conjunta para resolver, de algún modo, esa inmensa diferencia entre costo y precio del dinero. Es posible que tal diferencia se explique por los impuestos que paga la banca, por los encajes que realiza en el Banco Central y por los gastos crecientes en el mejoramiento constante de los medios necesarios para prestar servicios eficientes a las empresas, a las familias y a las personas.
5.- Para que nuestra reflexión sea lo más equitativa posible, es necesario referirse a los otros sectores de la población, a los que presuntamente tienen la responsabilidad de combinar factores a fin de incrementar, cuantitativa y cualitativamente, la producción. En otras oportunidades hemos dicho que el atraso y la pobreza parecen imposiciones ficticias allá donde hay recursos naturales diversos, mano de obra barata y productiva, así como ahorro considerable, es decir, capital. Teniendo todo ¿por qué somos tan pobres? La respuesta deben darla el Gobierno y los empresarios privados.