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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El ruido patógeno

El ruido patógeno
Uno de los graves problemas que transcurre sin perspectiva de solución en Cochabamba, es el del ruido y pese a existir especificaciones claras tanto en el Código de Salud como en la Ley del Medio Ambiente, nadie las hace cumplir y no sólo se peca de negligencia, sino de complicidad porque, por ejemplo, se autoriza el funcionamiento de locales de expendio de bebidas alcohólicas o los locales de eventos varios, sin que tengan el debido y obligatorio aislamiento que evite el mal. Si comparamos la legislación existente en el mundo, no estaríamos muy lejos de otras, pero porque no se hacen cumplir, incluso con penas de cárcel e indemnizaciones como en España, la patogenia sigue creciendo y no sólo se manifiesta ya en el aumento de sordera, sino también en la complicación de otros males como los gastrointestinales o los cardíacos.

Por lo demás, no se hace cumplir la propia Constitución Política del Estado que vela por un “buen vivir” o el derecho a la salud, que no se puede restringir bajo ningún aspecto; ni siquiera en el que algunos podrían argüir con respecto al trabajo, porque nadie puede restar los derechos de otros y, peor todavía, si son patógenos como es el ruido y la contaminación que la ciudadanía debe soportar. El caso de la zona de comida, conocida como “las islas” era patético al respecto; no sólo porque los concejales no han podido hacer cumplir sus propias determinaciones, sino porque la impotencia ciudadana choca con esa suerte de complicidad o negligencia que se percibe cada vez más.

El tema tiene sus bemoles porque hasta se ha hecho costumbre que algunos ciudadanos produzcan ruido llevados por el sofisma de la tecnología, la moda o la música en otra percepción de esa falta de identidad que se reconoce en la migración del campo a la ciudad y que todavía nadie ha presentado en un estudio serio para encontrar los males de la urbanistería que, las más de las veces, se confunde con civilización y progreso.

Si a esos signos añadimos la irresponsabilidad en el uso de la bocina por parte de transportistas maleducados y abusivos, estamos frente a un problema claro de antinomia y de subversión porque existiendo los instrumentos jurídicos respectivos, las autoridades encargadas de su cumplimiento son negligentes, sin excusa alguna.

Hay familias que han tenido que cambiar de domicilio por el problema y, si aplicáramos la legislación vigente y comparada, podrían reclamar al gobierno municipal las compensaciones económicas respectivas.