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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Jesús y las ferias navideñas

Jesús y las ferias navideñas
La Feria Navideña, más bien en plural, se abren al público. Al enterarse de la instalación de éstas, un cristiano de verdad, recién llegado e ignorante de antecedentes, siente henchido el pecho de verdadera espiritualidad, al comprender que Cochabamba y su gente, imbuida por el cristianismo, hacen ferias públicas en honor de la fecha emblemática de la llegada de Cristo a la Tierra.

Además, el devoto queda orgullosamente sorprendido al comprobar que los grupos de feriantes compiten entre ellos para que la suya sea mejor que la otra. En esta disputa sus ojos creyentes ven una emulación sana para honrar y celebrar el advenimiento del Mesías y el comienzo de la religión que, para él y para centenares de millones, cambió para siempre el mundo.

Observa, con comprensivo estupor, la pasión que ponen unos y otros feriantes en ser los primeros, los mejores, ¡los únicos!

Imagina el cristiano cómo serán estas ferias. Con tanto deseo y fervor por hacerlas, estará allí la corta pero fructífera vida de "Nuestro Salvador", como lo llama. Su nacimiento, misterioso y a la vez glorioso; su curioso árbol genealógico, su vida en el desierto, lejos del mundo para volver y reformarlo; el reclutamiento de los apóstoles para formar su pequeño y santo ejército; el episodio de la recuperación del templo de Jerusalén de manos de los mercaderes; el recuento de sus milagros, su martirio, muerte y resurrección; para terminar con la trascendencia de sus enseñanzas que perduran hasta ahora, después de más de dos milenios.

Seguro de darse un banquete de espiritualidad, nuestro cristiano forastero se fue a las ferias navideñas. Cuando llegó creyó haberse equivocado de dirección.

Los puestos de las ferias de Navidad estaban repletos de juguetes, adornos, bebidas, comidas, gobernaba en ellas el comercio y sus ganancias materiales, sin rastro de lo que esperaba, con ausencia completa de la religiosidad, ni referencia al Hombre nacido en estas fechas.

Todavía se internó en el laberinto de las callejuelas, pero su esperanza decrecía hasta desaparecer. Se fue, entonces, cavilando en torno a que si Jesús viera este mercado, actuaría igual que en Templo de Jerusalén.