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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Exotérico, esotérico

Exotérico, esotérico
Definamos estos términos que el entusiasmo humano por las cosas misteriosas los coloca casi  siempre dentro un ámbito casi divinizado.  Empezando por lo “Esotérico” habría que echarle la culpa al Diccionario por pintar a esta palabra con

un claro-oscuro referente a: “Oculto, enigmático o reservado” o “Que es enseñado únicamente a los iniciados”, en contraste a lo “Esotérico” que es definido como: “… enseñado públicamente”. Palabras que desde su principio mostraban estados claramente discriminatorios entre quienes se consideraban “merecedores” del rango de “Iniciados”, vaya uno a saber por qué méritos auto impuestos, hoy en día con el enorme poder de la informática es muy poco lo que se ignora del almacén cultural de la humanidad, incluyéndose en ello lo filosófico, religioso, místico, etcétera, que están al alcance de cualquiera con la única condición de saber bajar algún programa del Ordenador o asistir a cualquier “café Internet” (que lo de café, me parece que si es sólo para Iniciados) averiguando hasta la vida íntima de Avatares, Mesías o alumbrados de cualquier categoría. No obstante así y todo es posible darse cuenta, y por el mismo medio, de la enorme proliferación de libros, entidades, grupos, clubes, fraternidades, personajes, que ofrecen la “Salvación” o el acceso a cualquiera de los grandes secretos de los tomados como “Sólo para Iniciados” por módicas cuotas mensuales, o como ahora se llaman: “contribuciones” desinteresadas.  Claro ejemplo de que son sólo estos “mensajeros de lo Divino”, los culpables de la tergiversación que pudiesen sufrir tales intentos de mejorar la comprensión de lo que está más allá de nuestro limitado entendimiento actual, sino también de incentivar el escozor de convertirnos en esos “Iniciados” de diccionario.

Recuérdese que los grandes pensadores como Jesús, el Buda, Mahoma, Confucio, Krishna, nunca pensaron en establecer alguna congregación de sacerdotes o militantes privilegiados que se las dieran de “Elegidos” para diferenciarse de los demás, sino que sólo manifestaron sus pensamientos dejando que quien los interpretase los llevara a la práctica en beneficio de su propia persona, sin que ello significase ningún mérito especial más que el aplicarlos a su propia vida.  Ninguno de éstos, y muchos más que en la modernidad pudieran merecer la categoría de “Gente Buena”, que es realmente al máximo título al que se debería aspirar sin implicancias religiosas ni metafísicas, se inmiscuyeron en la intimidad de la gente como para obligarlos a ser “merecedores” de cielos ni paraísos inventados.  Bastó con el “Amaos los unos a los otros”, que de una u otra forma fue divisa de ellos. No se necesita más en este mundo ni en los otros. Entendámoslo de una vez.