Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Un decreto para impulsar la lectura

Un decreto para impulsar la lectura

Un hábito.

Si con un decreto se lograría que los estudiantes lean más, sería admirable, pero la lectura es un proceso que empieza en casa y sigue en la escuela con mecanismos que la incentiven.

Bolivia debe ser uno de los países que menos tradición tiene en la lectura de libros y los motivos son comprensibles a partir de los grandes índices de analfabetismo aunque según los informes gubernamentales han sido superados, pero las dudas persisten principalmente en las áreas rurales donde las personas que aprenden a leer y escribir se olvidan al poco tiempo porque no practican.

Resulta interesante conocer que el Ministerio de Educación elabora un proyecto de decreto supremo para impulsar el hábito de la lectura desde los niños, en cursos iniciales hasta las personas adultas. Interesante porque habrá que ver qué decreto, es decir su contenido, podrá obrar el milagro de inculcar la lectura a los estudiantes que según estadísticas sólo cuatro de cada diez del país leen un libro y sólo uno entiende lo que lee. El decreto tiene que develar los secretos que muchos países más desarrollados que el nuestro han buscado para que mediante una norma legal, en este caso, los estudiantes empiecen a leer y que adquieran la lectura como un hábito que les guste, que lo aprecien y que no lo dejen nunca más por el resto de sus vidas.

La realidad es que la lectura no se la estima ni se la practica por imposición, porque precisamente en la obligatoriedad de la vieja escuela, del aprendizaje tradicional y autoritario de escuelas y colegios el estudiante empieza a odiar la lectura, porque los profesores le obligan a los resúmenes, a las síntesis, a los exámenes orales sobre una determinada obra que el alumno llegó a aborrecerla porque todo lo hizo mediante la instructiva de la tarea, aunque finalmente, como ahora existe el Internet, se ahorró muchas horas de dolorosa entrega, para echar mano a la vía electrónica fácil, donde el esfuerzo máximo es buscar algún portal e imprimir la página. Ya no interesa si leyó el texto y menos si lo comprendió, cumplió con la orden impartida por el maestro.

Los especialistas dicen que la lectura es un hábito y como todo hábito se inicia en la casa y durante los primeros seis años de la vida, que aunque el niño no sepa aún leer puede comprender, decodificar combinaciones de grafemas, también interpretar los símbolos, las imágenes, los dibujos. Por eso algunos creen que los niños que vivieron con los dibujos, las historietas ilustradas, aún sin comprenderlas, adquirieron de por vida el gusto por la lectura. Y también sostienen que si cuentan con un padre o una madre que les oriente, la formación para el hábito será mejor. Y mucho mejor si existe el ejemplo de que a los progenitores les gusta la lectura.

En las escuelas y colegios existen muchos modos de incentivar la lectura y el decreto que se anuncia puede exponer los mismos, pero lo importante es lograr la capacidad de comprender la lectura, y en esta labor tienen también una misión decidida los maestros, porque a su vez, ellos mismos, deben haber adquirido el hábito de lectura y de la lectura de comprensión y crítica. Leer es un proceso que se cumple cada día de a poco en la vida de las personas, hasta que se vuelve una costumbre.

Si bastaría un decreto o una ley para lograr que los estudiantes lean más, sería admirable, pero parece que el proceso de la lectura siendo sencillo porque empieza como un juego, cuando no se lo ha cultivado se convierte en algo más complejo. Las políticas gubernamentales tienen que ser cuidadosas y encontrar los mecanismos para que los estudiantes dejen de tener la animadversión a la lectura que la han adquirido en la misma escuela.