Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

Cochabamba, bella y heroica

Cochabamba, bella y heroica
El valeroso pueblo cochabambino durante la guerra de la independencia, realizó actos de abnegación y patriotismo que hacen resaltar su nombre en nuestra historia. Francisco del Rivero, Melchor Guzmán, el sacerdote Juan Bautista Oquendo Díaz Vélez y otros patriotas supieron conjuncionar las almas de los rústicos vallunos con el corazón de los hombres de la ciudad, de las mujeres del pueblo, con el de las damas de salón, para rubricar entre todos, la página inmortal del 14 de Septiembre de 1810 y cubrirse de gloria en la Coronilla de San Sebastián y en los Campos de Aroma. Cochabamba es tierra fecunda y bella cubierta por un inmenso manto verde aromado con el perfume de las rosas y madre selvas que la adornan, infunde en sus hijos el optimismo, la alegría de vivir y la acción creadora. El cochabambino no se contenta con vivir, busca la aventura y el peligro, para tener horizontes más amplios de progreso. Nacido en el valle donde se alzan gallardos el maíz, el trigo, la vid, el algarrobo, los duraznos, los molles, los álamos y alfalfares, transmonta montañas y descubre nuevas perspectivas; viaja y recorre el mundo como si continuara su tierra.

De ahí que se lo ve con igual entusiasmo en Francia o en el Japón, en España, como en los EEUU o en la Argentina. El cochabambino es andariego y donde quiera que llega, añora el cielo azul que cubre a su querido Tunari y vuelve más cochabambino que nunca y más boliviano que antes.

No hay un hecho de armas ni una labor constructiva nacional donde falta su concurso. Cochabamba es bella, Cochabamba es fuerte, Cochabamba es heroica. Antes de someterse pasivamente al ambiente actúa y rompe la rutina para irradiar desde allí, como el corazón y granero de Bolivia, toda la fuerza que necesita la patria boliviana, para forjar su propio abastecimiento y la economía agrícola nacional.

Cochabamba, sabe que el 14 de Septiembre y el triunfo de Aroma no fueron nunca una meta definitiva sino un hilo más en la Historia de Bolivia, en ese camino que recorren todos los pueblos. El cochabambino ama la tierra porque sabe que con ella conseguirá la fortaleza moral de sus compatriotas, la abundancia y la felicidad nacional.

Bolivia, alejada de su ruta principal, la agrícola, será de nuevo Ateneo que cuida a la tierra para recobrar sus energías, será entonces, cuando junto a la abundancia del pan y del trabajo, se agigante también el espíritu nacional, floreciendo en racimos maravillosos de ciencia, arte, cultura y paz.

Recordemos con hondo orgullo, patriotismo y civismo lo que escribía la Gaceta de Buenos Aires “El Alto Perú será libre, porque Cochabamba así lo quiere”.