Un nuevo “aliado” chileno
19 de agosto de 2011 (20:28 h.)
Es archiconocida la posición de Chile con respecto al puerto soberano que Bolivia exige en compensación a la invasión bélica en la llamada guerra del Pacífico, que dejó a Bolivia sin acceso al mar: Podemos hablar de todo, pero nada de soberanía, es la premisa en La Moneda.
También surgen voces no gubernamentales, de políticos, músicos y otros colectivos chilenos, con un discurso de apoyo a las relaciones de integración de su país con Bolivia; llegan a dar conferencias o conciertos, en los que se despachan a gusto con apoyos a nuestro país; se muestran críticos a la diplomacia del suyo, son recibidos honorablemente por las primeras autoridades; en casos estas manifestaciones “bolivianófilas” vienen de movimientos sociales en Chile, que nuestro Gobierno llama con su frase acuñada, “la diplomacia de los pueblos”.
El último, el candidato socialista en las recientes elecciones chilenas ganadas por Sebastián Piñera, Enriquez Ominami, invitado a una reunión organizada por una institución privada. Su alocución fuertemente crítica a la administración de Piñera con respecto a Bolivia, su tesis de que el exacerbado chauvinismo chileno es la barrera que impide la “generosidad” chilena en las relaciones con Bolivia y el pedido del restablecimiento de negociaciones sobre las demandas bolivianas, despierta una vez más la simpatía de los bolivianos y, por qué no, la esperanza de avanzar hacia el objetivo nacional: el acceso soberano al mar.
Puede pensarse que la suma de estos discursos periódicos de organizaciones y personajes chilenos construyen la conciencia de los ciudadanos de ese país destinada a reconocer nuestro derecho al mar.
Pero, la reflexión puede ir por otro camino, por el sembrado de las numerosas decepciones de nuestros “amigos” que en sus discursos hay una ausencia muy notable: la palabra soberanía.