Las acusaciones y sospechas sobre la femineidad de sus jugadoras han acompañado en su camino al Mundial de fútbol femenino a la selección de Guinea Ecuatorial, que hace su primera aparición mundialista este martes ante Noruega.

El once de este pequeño país petrolero africano que dirige el autócrata Teodoro Obiang ha tenido que superar varios escollos para llegar hasta Alemania.

Meses atrás se vio enfrentado a acusaciones de que tres de sus jugadoras no eran mujeres. La entrenadora del combinado de Nigeria, Eucharia Uche, sostuvo tras la ronda clasificatoria para el Mundial que tres futbolistas en realidad eran hombres o transexuales y que habían conseguido el título africano en 2008 y la clasificación mundialista con métodos espurios.

Una de las acusadas era Genoveva Añonma, la capitana y única jugadora que milita en un club alemán. "Creo que las nigerianas son malas perdedoras y envidian el hecho de que nosotras, de un país muy pequeño, les hayamos ganado el campeonato africano en 2008", se escudó en declaraciones al diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung".

Pese a que la Federación Ecuatoguineana de Fútbol (FEGUIFUT) rechazó de plano las imputaciones, las sospechas persistieron al quedar fuera del plantel las hermanas Salimata y Biliguisa Simpore, jugadoras de gran potencia física y aspecto masculino.

Salimata, una de las jugadoras más importantes del equipo y autora de goles decisivos, al parecer se lesionó la rodilla y su hermana desistió de viajar sin ella. Pero no son pocos los que suponen que las hermanas no superaron el test de sexo que se encargan de hacer las federaciones nacionales.

El tema recuerda al escándalo en torno a la corredora sudafricana Caster Semenya, que fue sometida a un test por sospecha de ser intersexual y autorizada a participar en los próximos campeonatos mundiales de atletismo.

Otro conflicto que se generó en torno a la llamada "Nzalang" femenina fue el de la nacionalización de varias extranjeras, entre ellas brasileñas, que conforman el equipo dirigido por el también brasileño Marcelo Frigerio.

Sólo seis jugadoras del plantel son de origen ecuatoguineano y más de una decena de jugadoras, siete de ellas brasileñas, no nacieron en Guinea Ecuatorial, sino que fueron nacionalizadas. Si bien la federación afirma que la mayoría vive en África en segunda generación, despierta dudas el hecho de que casi todas juegan para clubes brasileños.

De acuerdo con los estatutos de la FIFA, los jugadores nacionalizados deben haber vivido un mínimo de cinco años en el país para el que juegan.

Pero allí no acabaron los problemas para las africanas. El equipo de Frigerio debió prescindir de Jade Boho, la jugadora de origen ecuatoguineana nacida en España. Boho fue suspendida hoy para el Mundial por optar por el país de sus padres después de haber militado en las inferiores españolas.

Los conflictos extrafutbolísticos han hecho sombra sobre el impresionante ascenso del equipo en los últimos años. Al mando de Jean-Paul Mpila y reforzado por varias jugadoras de España de ascendencia ecuatoguineana, el conjunto fue creciendo hasta alzarse en 2008 con el campeonato africano y el subcampeonato dos años más tarde.

Ahora, en su primera aparición en un Mundial, deberán superar en la fase de grupos a rivales difíciles como Brasil y Noruega para establecerse definitivamente en el gran escenario del fútbol femenino. 
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